MIEDO AL AMOR

        

El miedo es una emoción poderosa que puede paralizarnos y limitar nuestras acciones. Nos hace temer a lo desconocido y preferir lo familiar, incluso, si lo que conocemos nos hace infelices. Esto es especialmente cierto cuando se trata del amor.

Tenemos miedo de amar, y es fácil entender por qué. El amor es un territorio desconocido, lleno de incertidumbre y riesgos. Al sentirnos enamorados suele surgir miedo al rechazo, al abandono, al dolor y al fracaso. Es más fácil mantenerse a salvo detrás de una pared, cerrarle la puerta  y evitar el riesgo de ser lastimado. El amor nos puede parecer aterrador cuando estamos cargando experiencias del pasado que no nos permiten fluir libremente.

Al cerrar la puerta al amor, también se está cerrando la puerta a la vida. El amor es la energía que nos permite  conectar con los demás,  experimentar  felicidad y plenitud. Sin él, nos privamos  de las experiencias más profundas que se pueden tener en la vida.

Al cerrarnos al amor  también también nos cerramos  a la posibilidad de aprender y crecer como seres humanos. El amor nos desafía a enfrentar nuestros miedos y limitaciones, a desafiar ese sentimiento de  vulnerabilida. 

Al cerrarnos por miedo al amor  renunciamos  a nuestro poder personal. En lugar de tomar decisiones conscientes y vivir nuestras vidas con intención y propósito, estamos permitiendo que el control de nuestra existencia lo tome el miedo. 

El miedo es algo natural,  es una emoción que nos ayuda a mantenernos seguros en situaciones peligrosas. Pero cuando se trata de amor, el miedo puede convertirse en un obstáculo para nuestro crecimiento y bienestar.

Si nos encontramos cerrándonos al amor por miedo, debemos preguntarnos las razones que nos están frenando, que no nos permiten avanzar a lo que podría ser nuestra felicidad. ¿El miedo al fracaso? ¿El miedo al rechazo? ¿O hay algo más profundo que  nos lo está impidiendo?

Una vez que entendemos esas razones, podemos empezar a trabajar para superar nuestros miedos. Esto puede implicar tomar pequeños pasos, como salir con alguien o simplemente abrirnos  a nuevas amistades. También puede implicar trabajar en nosotros mismos, enfrentarnos esos miedos, esas creencias limitantes que nos impiden sentir libremente. 

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